17 de septiembre de 2011

El futuro no es de nadie.

Ni mío ni tuyo. Ni siquiera de él, y eso que dice conocerlo bien. No está en mis manos cambiarlo. Ni tampoco fiarme de él. De sus promesas inútiles, de sus falsas sonrisas y de sus falsas alegrías. Además, a quien le importa? A todos, sí, lo sé. Pero mata esa maldita intriga tuya, que se calle de una vez, que decidas por ti mismo. Y bien, cuando sea así, avísame. Entonces hablaremos del pasado, y no pienso decirte hasta mañana.